domingo, diciembre 08, 2013

Lo escrito

Les Deux Saltimbanques (Arlequin et sa Compagne)
Pablo Picasso

“Despreciable seeeer…” así cantaba la muchacha de la banda de punk a la que estaba escuchando. La violencia del ritmo y la voz dulzona de aquella pelinegra me parecía una mezcla magnífica.
Sí, estoy sola, frente al portátil, escuchando música y moviendo la cabeza de vez en cuando.
Soy una persona solitaria, melancólica a ratos, romántica a escondidas, rabiosa una vez al mes, chistosa con quien lo merece, lujuriosa cuando quiero. Hoy, hoy estoy amando a alguien de mentiras. Es de mentiras este individuo. Lo conozco por sus letras, por lo que ha escrito de mí y lo que habla por escrito. He leído a Benedetti, a García Márquez, a Caicedo, a Sabines, a quien quiera, pero este sujeto me ha escrito a mí y lo he leído. Este tipo que nunca escribe, que casi no habla, que ve porque no es ciego, me ha escrito sin pensarlo dos veces y me lo ha regalado dudándolo, quizá agarrándose el pelo después, comiéndose las uñas hasta sangrar. Quizá arrepentido, avergonzado de haber dejado sus mariposas en mi red. Ha dicho que mejor no lo lea, que mejor lo olvide, que lo rasgue, que lo queme. Y yo lo he leído, y releído y leído nuevamente días, semanas, meses después. Como leyendo el clímax de un libro, con el corazón a mil y tratando de tragarme las letras con los ojos.
Me he enamorado, pero de ese texto, de la desnudez de lo que siente, de cómo lo dice; no de él, no del tipo detrás de la hoja, no del que coge el lapicero, no del que siente esas pendejadas, ese enjambre de avispas que hacen cosquillas al principio, pero luego te pican hasta que se mueren. Sentí rabia o, tal vez, una tristeza sin fondo de no corresponderle la tesis de su texto, del salvaje pedazo de papel que me había regalado. Me limité a decirle que estaba muy bonito, nada más, nada de esperanzas. Muy bonito (muy inmenso, muy intenso, muy sincero, muy profundo, muy real, muy mío y suyo). 
“A romper las telarañas de tu corazón…” canta el tipo de acento español, vos grave y desgarrada. Una delicia. Soy una solitaria empedernida, carente de pasión, amor, hambre a ratos y sueño algunas noches. Hoy, hoy el sueño ha empacado sus cosas y se ha ido. Escucho silbar los primeros pájaros del día.

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