Les Deux Saltimbanques (Arlequin et sa Compagne) Pablo Picasso |
“Despreciable
seeeer…” así cantaba la muchacha de la banda de punk a la que estaba
escuchando. La violencia del ritmo y la voz dulzona de aquella pelinegra me
parecía una mezcla magnífica.
Sí,
estoy sola, frente al portátil, escuchando música y moviendo la cabeza de vez
en cuando.
Soy
una persona solitaria, melancólica a ratos, romántica a escondidas, rabiosa una
vez al mes, chistosa con quien lo merece, lujuriosa cuando quiero. Hoy, hoy
estoy amando a alguien de mentiras. Es de mentiras este individuo. Lo conozco
por sus letras, por lo que ha escrito de mí y lo que habla por escrito. He
leído a Benedetti, a García Márquez, a Caicedo, a Sabines, a quien quiera, pero
este sujeto me ha escrito a mí y lo he leído. Este tipo que nunca escribe, que
casi no habla, que ve porque no es ciego, me ha escrito sin pensarlo dos veces
y me lo ha regalado dudándolo, quizá agarrándose el pelo después, comiéndose
las uñas hasta sangrar. Quizá arrepentido, avergonzado de haber dejado sus
mariposas en mi red. Ha dicho que mejor no lo lea, que mejor lo olvide, que lo
rasgue, que lo queme. Y yo lo he leído, y releído y leído nuevamente días,
semanas, meses después. Como leyendo el clímax de un libro, con el corazón a
mil y tratando de tragarme las letras con los ojos.
Me
he enamorado, pero de ese texto, de la desnudez de lo que siente, de cómo lo
dice; no de él, no del tipo detrás de la hoja, no del que coge el lapicero, no
del que siente esas pendejadas, ese enjambre de avispas que hacen cosquillas al
principio, pero luego te pican hasta que se mueren. Sentí rabia o, tal vez, una
tristeza sin fondo de no corresponderle la tesis de su texto, del salvaje
pedazo de papel que me había regalado. Me limité a decirle que estaba muy
bonito, nada más, nada de esperanzas. Muy bonito (muy inmenso, muy intenso, muy
sincero, muy profundo, muy real, muy mío y suyo).
“A romper
las telarañas de tu corazón…” canta el tipo de acento español, vos grave y
desgarrada. Una delicia. Soy una solitaria empedernida, carente de pasión,
amor, hambre a ratos y sueño algunas noches. Hoy, hoy el sueño ha empacado sus
cosas y se ha ido. Escucho silbar los primeros pájaros del día.
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