jueves, mayo 30, 2013

Eras, eres y serás

Madame Misian Nathanson -
          Henri de Toulouse-Lautrec

Ahora, la silla en la esquina de la habitación blanca no es más que una silla en la esquina de la habitación blanca. Cuando tú entras en la habitación, es diferente, la silla deja de ser una simple silla, ella sabe de ti cuando recorres toda la habitación, cuando miras todas las cosas que hay en ella: los cuadros, esos que tanto te gusta observar y tratar de descifrar; los libros, que luego de pasar tu blanca mano por encima de ellos para quitarles el polvo, hueles su interior, porque te encanta el olor a recuerdos; las fotos antiguas colgadas en las paredes, son todas personas desconocidas, pero eso te gusta, porque te gusta crear historias a su alrededor, como tratando de hacerlas reales; las cartas sin terminar sobre el escritorio, siempre llegas con un fragmento de algún libro  o una frase que se te acaba de ocurrir en el camino y la escribes en una esquina del papel,  lo haces porque sabes que para eso está ahí, para ser escrito, y no por cualquier mano, y no cualquier escrito, sino uno que tenga un significado implícito, uno que haga que quien lo lea piense, se sienta identificado o simplemente disfrute leyéndolo. Las plantas marchitas en sus macetas, las tocas como tratando de darles vida, aunque sabes que no será así. “Todo nace y todo muere”, es lo que piensas cuando ves esas plantas sin flores, con unas pocas hojas cafés y arrugadas roídas por los insectos. Muchas de esas hojas se parecen a las hojas de los libros que te gusta oler, casi marchitas, sin embargo, aún con vida. Luego te sientas en la silla en la esquina de la habitación blanca y miras a tu alrededor. Eres tú. Eres tú la habitación blanca. Eres indescifrable como los cuadros, eres historias como los libros, eres desconocida como las personas de aquellas fotografías colgadas en la pared, eres vacío como las cartas sin terminar y ya está por caerse de ti la última hoja de vida como las de las plantas marchitas. Cuando se caiga, al momento de terminar de escribir esto, ya no serás más. Sin embargo, podré verte desde la silla en la esquina de la habitación blanca.

domingo, mayo 26, 2013

De esa persona.

Philippines Mother and Child - Vicente Manansala
Es como una sonrisa inesperada

Es como esos libros que huelen a recuerdos
Es como un café caliente en una mañana fría
Es como un abrazo en un mal día
Es como el agua después de la sed
Es como las letras de lo que escribo
Es como la brisa en un día de verano
Es como la luna en una noche despejada
Es como la lluvia tras la sequía
Es como un vino después de una buena cena
Es lo que uno quiere y no puede tener

sábado, mayo 25, 2013

Ella

Seated female nude by Pablo Picasso.

La piel de su espalda perfecta rozaba la tela roja con puntos blancos del sofá de mi sala. Estaba lejos de mí, aun así alcanzaba a percibir su olor. No era cualquier olor. Era SU olor, ese que me enloquecía, que hacía que mi respiración se acelerara. Me gustaba que estuviera ahí sentada, mirando las flores blancas del florero que se encontraba encima de la mesita de té frente a ella. No decía nada, pero pensaba mucho. No pensaba en nosotros, no en cosas comunes. Pensaba en la forma de las flores, en cómo se habrían formado, en el porqué de su color, en muchas cosas que probablemente le quitaban el sueño en las noches. Sí, es de ese tipo de personas que ven lo que las otras no. Es una de las cosas que me parecen fascinantes de ella. Se sentía bien ahí, disfrutaba la brisa que entraba por la ventana a su lado. Le gustaba como la brisa movía levemente la cortina blanca con estampado de mariposas azules. Era como si lo sintiera todo. A veces pienso que olvidaba que estaba con ella, que estaba en mi casa, pero sólo parecía, no era así. Ella sabía que estaba allí, viéndola, creyendo saber lo que pensaba, creyendo saber lo que le gustaba y disfrutaba. Con la mirada todavía en las flores, con el cabello moviéndose un poco por la brisa, me dijo que ese día dejaríamos de ser extraños.

Ventana empañada

Portrait of Josep Cardona -
Pablo Picasso

La ventana está empañada. Me gusta mirar a través de ella, pero hoy no será posible. La podría limpiar, sin embargo la dejaré así. Cerraré mis ojos porque no quiero ver lo que hay en esta habitación. ¿Saben? Ya he mirado todo antes, miles de veces. Pero hay una diferencia, hoy, estando sentado en esta esquina, sin poder mirar a través de la ventana, podría concentrarme y analizar cada detalle de las cosas que hay aquí. Después, todo sería diferente, entraría en la habitación y las cosas no serían cosas cualesquiera, sino objetos con significado. Eso no me gustaría. La habitación dejaría de ser la misma, por lo tanto, yo dejaría de ser el mismo. Al final, todos a mí alrededor cambiarían. Entonces, la vida, sí, la vida cambiaría. Sería como el efecto dominó. Todo sería un caos, lo sé, porque la gente le teme al cambio, adora la rutina, es lo que los mantiene cuerdos, ¡es lo que NOS mantiene cuerdos! Por eso, hoy cerraré los ojos y los abriré cuando la ventana deje de estar empañada.

Eterno amor

Frydis and Oline Bjolstad Edvard Munch - 1916
Ella sólo se dedicó a mirarlo, él a mirar a otro lado, como si no supiera de la mirada de su amante. Ella quería tocarlo, no con las manos, no piel con piel, quería tocarlo con su mirada. Él quería que ella lo tocara, quería que lo desnudara y lo amara con su mirada. Ella no quería hablarle, sabía que las palabras sobraban cuando los latidos agitados del corazón estaban. Ambos sabían eso, por eso callaban. Él quería que ella estuviera a su lado, así como estaban, sintiendo su presencia. Ella mirándolo, él deseándola, ambos amándose sin palabras, sí con pensamientos, sí con sentimientos, sí con todo. Ella sabía que eso no era algo de momento, él también sabía eso. Ambos, sin sonreír, eran felices. Ambos, sin tocarse, eran uno. Ella, con su boca cerrada, guardaba suspiros y besos. Él, sin mirarla, la conocía completamente. Ambos eran pasado, presente y futuro. Ambos hacían el amor sin siquiera rozarse. Ambos eran vida y muerte. Ambos intangibles. Ambos eran pintura, un todo plasmado en un lienzo.

Dos

The Interior, by Edgar Degas

En la mañana, dos tazas de café en la mesa.
Dos espacios llenos en el sofá frente al televisor.
Más calor del común en la cama en las noches.
Cuatro pies en la acera, juntos, pisándola.
Dos manos entrelazadas.
Uno que escucha, uno que habla.
Un observador, un observado.
Dos sonrisas recibiendo la luz del sol.
Dos.